19 Outubro 2018
El ganador del Premio Nobel de la Paz en 1980, Adolfo Pérez Esquivel, convertido en un referente de los derechos de los pueblos latinoamericanos, pidió que la Iglesia católica brasileña tenga un rol más activo para evitar un triunfo del derechista Jair Bolsonaro que provocaía "un oscurantismo" en la región.
Además, en una entrevista excusiva con Religión Digital aprovechando su visita a Roma para participar de la canonización de monseñor Romero, denunció el avance de Iglesias evangélicas "que apoyan la violencia" en el gigante sudamericano y resaltó la figura del papa Francisco: "Es la única voz que habla frente al avance del Dios dinero".
A entrevista é de Hernán Reyes Alcaide, publicada por Religión Digital, 18-10-2018.
¿Qué significa para América Latina la canonización de monseñor Romero?
Reivindicar a monseñor Romero es un hecho de Justicia. No solo como un cristiano que dio su vida para dar vida, como un mártir de la Iglesia latinoamericana, sino también ante la sociedad. Es reinvidicar a un salvadoreño que luchó por la dignidad de su pueblo, porque muchas veces lo reivindicamos como cristianos, pero esto es frente una sociedad en la que fue incomprendido y castigado, acusado de muchísimas cosas. La canonización de Romero es una reparación histórica también, de un pueblo que sufrió una dictaura, la persecución, la muerte. La pérdida de Romero fue un gran impacto porque era una voz profética para los pueblos latinoamericanos en un momento tan tremendo y particular. Yo hablé con él dos días antes de que lo maten, lo llamé desde Barcelona porque pensaba encontrarlo y le dije que tenía que posponer la visita. Y el 24 de marzo me entero que lo mataron. Este tema lo hablamos con Francisco en el primer encuentro que tuvimos después de que lo hicieron papa: era muy necesario sacarlo de los cajones porque era muy incomprendido también dentro del Vaticano.
La canonización conjunta de Pablo VI y Romero muestra lo importante que fue el Vaticano II. Con esa propuesta de volver a las fuentes de la Iglesia. En América Latina eso se concretó en Medellín, que fue como un sacudón para la Iglesia latinoamericana. Los teólogos empiezan a ver que el Evangelio es liberador... de las personas pero también de las estructuras de la Justicia. Empezó una visión totalmente nueva dentro de la Iglesia: caminar con, y junto, al pueblo. Los príncipes de la Iglesia bajan y se transforman en pastores desde ahí.
Hay una continuidad de los tres como personas clave del Concilio Vaticano II: Pablo VI, Romero y Francisco. Hay que recordar el "Manifiesto de las catacumbas", esa convocatoria de Hélder Cámara, que reúne muchos hermanos que se congregan allí. Ahí está viva esa fuerza de caminar y vivir el Evangelio en el corazón de nuestos pueblos.
Hoy ya no son las dictaduras militares, que las sufrimos y las sobrevivimos. Hoy tenemos a la dictadura del mercado. El poder económico y político está relegando a la persona humana, a los pueblos. Los derechos de los pueblos deben estar contemplados como un paso más allá de lo concebido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
¿Y qué simboliza Francisco en ese contexto?
Francisco se consolida como la única voz que le habla a esta realidad, en la que parece que para muchos hay un Dios verde, el dolar, y todo el resto desaparece de la conciencia.
La prisión al ex presidente de Brasil Luis Inacio "Lula" Da Silva, ¿entra en esa definición de "dictadura de mercado"?
Lula está preso por haber sacado a más de 36 millones de personas de la pobreza extrema, y lo acusan de un delito que no cometió. Incluso el juez Moro dice que no tiene elementos jurídicos para meterlo preso, más allá de su suposición. Y ese tipo de comportamientos es acompañado por otos jueces, una devaluación de la Justicia que antepone los valores del mercado a los de la persona humana y los derechos de los pueblos. Acá hay una responsabilidad desde Estados Unidos, que antes implantó las dictaturas militares y ahora lo que está haciendo, que inició con el piloto del derrocamiento de Manuel Zelaya en Honduras, es seguir la dominación continental, que nos lleva a una re-colonización junto a la política de ajustes y privatizaciones.
En Brasil, a días del balotaje, se ve una presencia fuerte de grupos evangélicos muy alienados con el candidato de la derecha, Jair Bolsonaro.
Hay Iglesias evangélicas que están apoyando la violencia de Bolsonaro en Brasil. Y hay otras que tienen un sentido fuerte del ecumenismo. Con ellas hay que desarrollar una campaña de valores, de concientización. Duele como cristiano ver lo que está pasando en Brasil. Tenemos que hacer memoria, no para quedarnos en el pasado sino para iluminarnos le presente. Y yo me acuerdo que durante el gobierno de Donald Reagan, que formó un instituto de Iglesia y Democracia para la penetración de estas Iglesias evangélicas en América Latina. La religión alienante. Cómo estas Iglesias penetran y hacen una evangelización individualista, muy ligado al suceso económico. Y entraron en América Latina con muchísimo dinero, con promesas de cosas materiales al que entraba. Estas Iglesias dañan las identidades, el sentido de ecumenismo.
¿Qué puede significar una victoria de Bolsonaro?
La victoria de Bolsonaro puede ser un peligro muy grande no solo para el pueblo brasileño, sino para todo el continente. Hoy tenemos, si hacemos una lectura continental, está Manuel López Obrador en México, pero no puede quedar aislado. Hay una destrucción de casi todos los gobiernos progresistas. Bolsonaro va a hacer mucho daño a Brasil porque vuelven a surgir lo que pueden ser las consecuencias de los gobiernos autoritarios, con menos derechos ciudadanos, en nombre de la seguridad. Esperemos que el pueblo de Brasil tome conciencia, si no va a haber un oscurantismo y un daño muy fuerte. La democracia es una construcción colectiva y es siempre perfectible.
¿Y la Iglesia católica?
Las Iglesias Evangélicas con ideas superadoras y la católica deben alzar su voz. Yo no creo en eso de que la Iglesia no se mete en política. La Iglesia siempre ha hecho política, de la buena y de la otra. La Iglesia tiene que tener una presencia activa. Tiene que estar presente. Y no quedarse a un costado, tangencial a lo que son los problemas de la vida del pueblo de Brasil y de América Latina. Y por eso es importante revivir Medellín, Puebla y Aparecida. Hay que volver a las fuentes y tener una presencia junto a los pueblos.
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Pérez Esquivel: "La Iglesia católica brasileña debe alzar su voz contra Bolsonaro" - Instituto Humanitas Unisinos - IHU