13 Mai 2016
“No veo exactamente una disminución del espacio político en el Brasil en el momento presente; veo, antes, un proceso graduativo – sin embargo incisivo- de ese espacio desde por lo menos la década de 90”, afirma el filósofo.
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| Imagem: conexao.cpb.com.br |
“El fascismo solamente existe en la ausencia de la crítica”, dice Ricardo Timm a IHU On-Line, al comentar los discursos extremos en relación al actual escenário político brasilero. En la evaluación de Timm, el fascismo, es “una expresión extrema de miedo del Otro, expresión esa acuñada por ideologías más sutiles.”
En la entrevista a continuación, concedida por e-mail, el filósofo comenta algunas características del fascismo, entre ellas, la “ojeriza completa al cuestionamiento y pavor al pensamiento, y por extensión, a la cultura en general.” Según él, “el fascista típico no argumenta, el rozna, emite onomatopeyas, cacarea lugares comunes, pero no procesa datos cognitivos.” Sobre el ‘fascismo brasilero”, Timm cita que él “es tan rudimentar como la sociedad en la cual él surge, lo que no significa, absolutamente, que sea menos primario o violento que en otras tradiciones.”
Timm también comenta el estado de derecho a la luz del judiciario brasilero, y es categórico: “El judiciario brasilero se constituye en una perfecta casta de privilégios, en constante cambio de favores con los demás poderes y los Dueños del Poder. Su función ideológica específica es dar apariencia de legitimidad a las decisiones de la Casa Grande, y aquí, de nuevo y de modo muy incisivo, las excepciones confirman la regla.”
Ricardo Timm es graduado en Instrumentos por la Universidad Federal de Río Grande del Sur – UFRGS y en Estudios Sociales y Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Rio Grande del Sur – PUCRS. Tabmbién cursó maestría en Filosofía por la PUCRS y doctorado en Filosofía por la Universität Freiburg (Albert-Ludwigs). Es autor, entre otras obras, de “En vuelta a la diferencia – Aventuras de la alteridad en la complejidad de la cultura contemporánea (Río de Janeiro: Lumen Juris, 2007) Es también uno de los organizadores de Alteridad y Ética – Obra conmemorativa de los 100 año del nascimiento de Emmanuel Lévinas (Porto Alegre: EDIPUCRUS, 2008)
La entrevista es de Márcia Junges e la edcción es de Patricia Fachin | Traducida por Juan Luis Hermida.
Lea aquí parte de la entrevista.
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| Imagem: observatoriodaimprensa.com.br |
IHU On-Line - ¿Cómo conceptuaría el fascismo hoy? ¿Cúales son las raíces de esa intoleráncia que desemboca en violencia? ¿En qué medida el totalitarismo como hijo bastardo de la modernidad nos ayuda a comprender el recrudecimiento del fascismo en el mundo y en Brasil, específicamente?
Ricardo Timm de Souza – Para entender lo que se há llamado de “fascismo” hoy, hay que primero, dilatar la tradición histórico hermenéutica de ese término, acompañando la propia revolución comunicacional, que por su vez sigue pari passu a la globalización tardo capitalista y a las nuevas lógicas geobiopolíticas. Eso sin embargo, no significa que algunos aspectos clásicos no duren en las expresiones contemporáneas de ese fenómeno social. Destacaría en primer lugar la lógica del “haz”: no hay fascista subjetivo, ni al menos en el sentido individual más elementar del término; cada fascista no es sino el relejo de muchos otros, y el todo compone un “haz de varas” – “fascio” – rígido y en el cual cada una es indiscernible de la otra. Otra característica muy clara y evidente tabmbién hoy es la ojeriza completa al cuestionamiento y el pavor al pensamiento, y, por extensión, a la cultura en general. Goebbels dijo: “cuando oigo hablar en cultura, llevo la mano a la pistolera de mi revólver.”
El fascismo solamente existe en la ausencia de la crítica; aliméntase de una espécie de proto positivismo definitivo, en el cual la realidad está dada de una vez para siempre, y cualquier posibilidad de cuestionamiento del dato pre establecido es prohibida. Como consecuencia, ocurre la prohibición del lenguaje. El fascista típico no argumenta, él rozna, emite onomatopeyas, cacarea lugares comunes, pero no procesa datos cognitivos. Todo está siempre “dicho”, en el sentido levinasiano del término. Y a estas características – y también como consecuencia, de cierta manera, de ellas – se expresa su cara más visible: la violencia en todas sus formas, justificada “por si misma”, en el sentido de aplastar al Otro o anularlo completamente. Nunca está demás recordar que el fascismo contemporáneo, como el clásico, es, esencialmente, una expresión extrema del miedo del Otro, expresión esta acuñada por ideologías más sutiles. El fascismo, dicho en términos simples y apenas formalmente emparejados para los fines específicos de la presente cuestión, es el resultado de la cópula entre una espécie bien determinada de psicopatología y una naturalizada sociopatología.
IHU On-Line - ¿Por qué ese comportamiento político viene ganando espacio y “credibilidad” a través de la representación política? ¿En qué aspectos el estado de excepción y la biopolítica se manifiestan y se sobreponen en el fascismo actualmente?
Ricardo Timm de Souza – Por su propia naturaleza de apología, de irracionalidad, los fascistas atraen, como dijimos más arriba, en la condición de masa de maniobra, expresiones diferentes de racionalidades por nosotros llamadas en el texto “El nervio expuesto” de “vulgares”- que se entregan a la promesa de las verdades definitivas (ningún fascista tiene dudas, sólo verdades) – y “astutas”, que ven allí una oportunidad preciosa de difusión de sus intereses que, por motivos variados, no pueden ser abiertamente confesados. (Esa es una de las razones por las cuales la derecha tiene siempre una y apenas una bandera presentada como de interés general; la “corrupción”). Todo fascismo es en realidad, la ocupación de un espacio dejado, por algún motivo o motivos conyunturales, “en abierto” en el espacio polítco. Eso puede parecer una paradoxia, sin embargo se esclarece en la medida en que hay que comprender la “política” – en última análisis, “vida (en) común en la pólis” – como espacio de convivencia de diferencias y de diálogos y acciones algunas vezes muy duras: es eso que entendemos como proceso de construcción democrática, algo que apenas puede darse a lo largo del tiempo de construcción, por la convergencia y la divergencia de diversos discursos que cargan, en si, la expresión explícita o implícita de sus intereses.
Ahora el fascismo tiene como punto nodal y condición de su existencia la ausencia de lenguaje en el tiempo, o sea, de discurso; su “lenguaje” no pasa de una espécie de traducción inmediata de atávico odio al Otro. Y por eso, en última análisis, no tiene sentido que hablemos de “discurso de odio”. Discurso presupone lenguaje articulada en el tiempo que encuentra otros lenguajes, y lenguaje articulado en el tiempo presupone pensamiento y capacidad de lidiar con lo real, lo que, como vimos, es el pavor de todo fascismo. Es en este punto crucial – pretensión de parar el tiempo y la realidad, o sea, en esa utopía de no tener más utopías – que libros como El fin de la historia y el último hombre, de Fukuyama, la legitimación del estado de excepción por autores como C. Schmitt y G. Jakobs y la violencia biopolítica universal hoy practicamente sin impedimientos, denunciada por Walter Benjamin, Giorgio Agamben y Jacques Derrida, se encuentran y muestran articuladamente su verdadera cara.
• La entrevista completa, en portugués, puede ser leída a continuación.
