20 Junho 2020
Mariano Blanco. Nicaragua, †1979
Religioso de la congregación de Hermanos Maristas, de 42 años, asesinado por la Guardia Nacional en Estelí. Mariano, nacido en El Salvador, dedica su vida a la juventud y a los indígenas en su país, en Cuba y especialmente en Guatemala, donde trabaja entre los ixiles. Hace apenas cuatro meses que está en Nicaragua, donde acompaña al pueblo, está junto a él en esos momentos de persecución, de dolor y de lucha por su liberación.
Hombre sereno, reflexivo, sencillo, todos cuantos se acercan a él perciben su sensibilidad ante los sufrimientos del pueblo nicaragüense y su valentía para enfrentar las situaciones difíciles. Ese mismo día rechaza, del cónsul salvadoreño, la posibilidad de salir del país en un helicóptero de la Guardia Nacional. Y ese mismo día ayuda también a una señora para que su hijo enfermo sea atendido en el hospital. Por la tarde, Mariano es alcanzado por una ráfaga de ametralladora que la Guardia dispara continuamente contra el pueblo de Estelí. Herido en plena frente, su rostro desfigurado es símbolo de muerte, de destrucción, de injusticia, pero su vida de entrega a los pobres es signo de la resurrección, de la liberación que pronto llegaría a Nicaragua y que irá llegando a los pueblos centroamericanos, para que se cumpla el sueño del hermano Mariano Blanco.
Amar hasta darla vida
El hermano Mariano Blanco falleció repentinamente y no en la comunidad de hermanos por vejez ni en el hospital por enfermedad: fue alcanzado por una bala cuando cumplía su labor en medio del conflicto nicaragüense de los años setenta.
Mariano nació en San Salvador, el 25 de julio de 1937. Con catorce años sus padres lo llevaron a Santa Tecla a estudiar al Seminario de los Hermanos Maristas. Terminado su bachillerato y alcanzada la mayoría de edad es enviado al Noviciado de Tlalpán, México, y un año después emite sus votos como religioso marista. Termina su formación inicial en Cienfuegos, Cuba, donde cumple los 20 años.
Con 22 años regresa a su patria y comienza a dar clases en el Liceo Salvadoreño, donde estará un año. Luego pasará cuatro años en el Liceo San Luis de Santa Ana, tres años en el Instituto Católico de Oriente de San Miguel, dos más en el Liceo San Luis, otros seis en el Liceo Salvadoreño, uno en el Colegio Champagnat de Santa Tecla, uno en el Liceo Guatemala y nuevamente uno en el Liceo San Luis: Como puede verse, no tuvo tiempo de echar raíces en ningún lado, siempre iba ahí donde los superiores lo enviaran. Su último destino fue la ciudad de Estelí, al Instituto San Francisco.
Mariano era más bien callado, raramente se alteraba. Sus alumnos decían que era una persona con la que fácilmente se entraba en comunicación. Le gustaba acompañar a sus estudiantes a hacer deporte. Era especialmente sensible ante la gente necesitada. Aprovechaba el tiempo de vacaciones para ir con otros hermanos o jóvenes a aldeas indígenas en el Quiché, en Guatemala.
Con cuarenta y dos años los superiores le pidieron ir a trabajar a Nicaragua donde los hermanos apenas llevaban pocos años de haber hecho la fundación del Instituto San Francisco. En 1978 la lucha entre somocistas y sandinistas se había incrementado. La Guardia Nacional hacía cateos en las casas y los hermanos fueron llevados al Comando Militar para ser inspeccionados. El curso escolar de 1979 inició de manera irregular, con una baja asistencia de alumnos. Muchas familias decidieron irse al extranjero o trasladarse a otros lugares pues temían enfrentamientos en la zona. Los hermanos decidieron que las clases siguieran su curso normal. El hno. Mariano asumió la coordinación de los cursos superiores a la vez que impartía clases de religión, estudios sociales, artes plásticas, etc. imprimiendo en todos cierta tranquilidad y seguridad. El 4 de junio el Frente Sandinista inició la ofensiva que provocaría la salida del presidente Somoza del país. En Estelí la victoria sandinista llegó el 16 de julio no sin antes pasar por bombardeos, cortes de energía eléctrica, agua y teléfono, disparos en las calles. Los hermanos pasaron este tiempo dentro de la casa de la comunidad, con pocas provisiones de comida al igual que la gente del entorno. Mariano aprovechaba para corregir cuadernos y preparar materiales para las clases.
Hacia el 15 de junio la situación fue empeorando. El cuartel de la Guardia Nacional quedaba a dos cuadras de la casa de los hermanos y se esperaba una ofensiva. El hno. Lucas, superior de la comunidad, reunió a los hermanos para expresarles su preocupación por la vida de ellos. Lo mejor era salir de Estelí y quizá de Nicaragua. La comunidad oró y se cuestionó el por qué de su presencia entre la gente de aquel lugar. Al final decidieron permanecer ahí. Mariano, como todos, apoyó esa decisión.
El 19 de junio la Guardia Nacional comenzó a quemar casas cercanas a la casa de los hermanos. La gente del barrio pidió a los hermanos que salieran de ahí por el peligro que corrían. El hno. Lucas logró que las hermanas del Colegio El Rosario se pusieran de acuerdo para salir juntas las dos comunidades. Mientras tanto una madre de familia llegó a la casa de los hermanos y les pidió que se fueran de la zona. También le dijo al Hno. Mariano que el cónsul de El Salvador en Estelí le ofrecía trasladarlo inmediatamente a Managua en helicóptero para ponerlo a salvo. Mariano inmediatamente respondió: “No me separo de mi comunidad. Donde ustedes vayan, yo iré. No me voy a ir con el cónsul para dejarlos solos”.
Luego del almuerzo, el hno. Lucas decidió ir a buscar el vehículo de las hermanas para poder sacar a los hermanos de la casa. Conversó con los sandinistas y le permitieron salir sin dispararle. Salió acompañado del hno. Mariano que sí sabía manejar para traer el vehículo. Caminaron 25 calles en las que fueron encontrando gente de la guardia y de los sandinistas quienes, al ver al hno. Lucas vestido con sotana y bandera blanca, los dejaban pasar. Las hermanas dieron su carro y los hermanos volvieron hacia su casa. Faltando 300 metros de la comunidad, al lado del Instituto, los hermanos de la casa oyeron venir el vehículo e inmediatamente una ráfaga de de metralleta. Se escuchó cómo el carro aceleró y fue a estrellarse contra la valla metálica del Instituto. A los pocos instantes el hno. Lucas abrió la puerta del lado del copiloto y entró en el Instituto llegando a la casa de los hermanos. Ahí, y con la sotana blanca manchada de sangre dijo: “El hermano Mariano está muerto”. Inmediatamente el hno. Lucas decidió ir al cuartel a pedir la autorización para enterrar al hno. Mariano.
Media hora después del suceso, los dos hermanos más jóvenes fueron apresuradamente al vehículo y sacaron el cadáver de Mariano. Lo envolvieron en una sábana y lo llevaron a la casa. El vehículo mostraba cinco impactos de bala. Uno de ellos impactó en la cabeza de Mariano provocándole la muerte instantánea.
Con la ayuda de una religiosa, se lavó y preparó el cuerpo de Mariano. Como no había posibilidad de salir de la casa por los bombardeos, se decidió cavar una tumba en el jardín al día siguiente. Con la ayuda de un vecino y rápidamente para evitar el bombardeo de los aviones que pasaban entre las seis y las siete de la mañana, se procedió a enterrar al Hno Mariano. Se puso su cuerpo junto a documentos de identificación en un sencillo ataúd hecho con tablas de madera. Al día siguiente los hermanos lograron salir de la casa para refugiarse en la casa de una familia amiga, lejos de Estelí.
Fragmento del texto en: http://www.maristasac.org/portal/images/stories/catequesis/edureligiosa/Dia_del_evangelizador_marista_2012.pdf
