25 Mai 2020
Bernardo López Arroyave. Colombia, †1987
Sacerdote colombiano, mártir a mano de los terratenientes y militares. Sacerdote de 54 años, asesinado frente a su parroquia de Sincé por dos paramilitares, que le disparan a quemarropa.
Llamado cariñosamente "Nano", Bernardo nace en Montebello, Antioquia, de una familia cuya pobreza no olvida jamás. Identifica a su padre con los pobres de Colombia y a ellos quiere consagrar su vida. Para eso recorre un largo itinerario: llega hasta la universidad y sale abogado; actúa en política y es diputado en la Asamblea ; hasta que decide ser sacerdote, a los 29 años. En el seminario, el contacto con sacerdotes clarividentes, descubre la profundidad de su opción.
En 1968 es ordenado por Pablo VI, en Colombia para la Asamblea de Medellín. Se une a los grupos de Golconda y de SAL, Sacerdotes para América Latina, que impulsan una pastoral según la realidad del país. Destinado a Puerto Boyacá, su casa es allanada dos veces por el ejército. En 1972 estalla una bomba en la parroquia. En 1978 es destinado a Cocorná. Un pueblo deshecho por la droga, la prostitución, la violencia, el alcohol. Su trabajo es de promoción, donde la Palabra de Dios ilumina esa realidad y los catequistas se vuelven animadores de la comunidad. Desde el templo, Bernardo critica a la jerarquía aliada de los poderosos y a los terratenientes y paramilitares, responsables de la opresión y la violencia. La concientización de Cocorná cuesta sangre. A cambio de un fallido atentado contra Bernardo, son asesinados cinco catequistas.
En los dos siguientes traslados, también se intenta matarlo. Hasta que Bernardo decide salir de Colombia. Pasa un año entre campesinos de Costa Rica y Nicaragua. Regresa por amor a su gente y elige Barrancabermeja. En Las Granjas sufre un nuevo atentado. Va a la diócesis de Sincelejo. "Sé que me van a matar... por eso me mantengo preparado para comparecer ante el Señor Jesús", dice Bernardo, sin perder la paz ni su alegría permanentes. En Sincé hace cuatro meses que está. "Consiguió que volviéramos a creer en la Iglesia y que volviésemos a misa", dice un campesino.
En Medellín, durante la eucaristía de despedida, su hermano sacerdote, el padre Gonzalo López, dice: "Me siento feliz de ver que lo silenciaron por su lucha por la justicia".