Por: Lara Ely | Tradução: Mariana Szájbély | 13 Novembro 2017
Entre Ríos, localizada en la frontera entre Brasil y Argentina, es una de las regiones en América Latina más famosas por la contaminación de agrotóxicos. Cerca de la ciudad de San Salvador, por ejemplo, funcionan decenas de agroindustrias, incluyendo galpones agroquímicos, empresas de pulverización aérea y fabricas de máquinas. Repleta de plantaciones de arroz y soja transgénica, el área es responsable por el alto consumo de veneno usados en la Argentina, siendo el glifosato el principal de ellos.
La fuerte movilización de habitantes que denuncian que casi la mitad de su población muere de cáncer generado probablemente por las agro-toxinas, motivó que la municipalidad llamara a especialistas de las universidades de Rosario y La Plata para realizar un estudio epidemiológico-ambiental. A partir de muestras de aire, tierra y agua, y visitando a los vecinos casa por casa, los científicos señalaron que el 43,3% de los muertos entre 2010 y 2013 fueron víctimas de cáncer, cuando la media nacional oscila entre el 18 y 20%.
Recientemente, y cerca de allí, en la ciudad uruguaya Colonia Santa Anita, alumnos entre 5 y 10 años y una profesora de una escuela fueron objeto de contaminación por agro-tóxicos, motivo que llevó al presidente de la empresa contaminadora a ser detenido junto a otros dos miembros de la corporación en un tipo de juicio inédito en Uruguay. El glifosato, ingrediente activo del herbicida roundup, desarrollado por la empresa Monsanto, es el veneno agrícola más vendido en el mundo – y el más usado en la región. En Brasil, el uso del agente químico fue evaluado nuevamente por Anvisa después de un estudio de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz). Hasta hoy, sin embargo, el agro-tóxico sigue liberado y el consumo crece en las plantaciones.
La gran barrera en el control de los agro-tóxicos, según los especialistas, es la presión económica de la industria química. Este mercado movió en Brasil R$ 13 billones en 2011, según el estudio de la Asociación Brasileña de Salud Colectiva (Abrasco). En el mismo año, el presupuesto de Anvisa, para costear toda su estructura y las acciones de fiscalización de la agencia, fue de cerca del 3% de ese total: R$ 400 millones. La Monsanto niega que el glifosato cause cáncer y garantiza que el producto es seguro para la salud humana y para el medio ambiente. De acuerdo con la Iarc, “hay evidencias limitadas de carcinogenicidad en humanos” y “suficiente evidencia de carcinogenicidad en animales”.
Para la investigadora, la relación entre el cáncer y los agro-tóxicos está clara. A pesar que pocas investigaciones asocian directamente el uso del agro-toxico al cáncer, ya existen evidencias científicas que permiten esta asociación. Según la nutricionista y profesora de Unisinos, Signorá Konrad, un texto del 2013 publicado por el Diario Interdisciplinary Toxicology da National Library of Medicine dice que la enfermedad celíaca y la intolerancia al gluten ha tenido un crecimiento vertiginoso alrededor del mundo, en especial en América del Norte y Europa, y que la enfermedad celíaca está asociada a deficiencias nutricionales, tales como el hierro, cobalto, aminoácido y tritophano. La materia prima para la síntesis de la serotonina, según ella, está asociada a varias inmunodeficiencias nutricionales, lo que causa el aumento del riesgo de la enfermedad tiroidea, enfermedad renal y cáncer.
Signorá explica que, de acuerdo con los autores, el glifosato puede ser el principal causante de esta epidemia. ¿Cuál sería entonces la relación con el cáncer? Ella misma responde, que la enfermedad celíaca “induce a inflamaciones crónicas que llevan al estado de stress oxidante, que causa daños a las células y a nuestro ADN. Esto aumenta el riesgo de linfomas, adeno carcinomas de intestino, carcinomas de esófago y faringe, además de melanomas”. La profesora se refiere, también, a un artículo científico del 2013 que muestra, a partir de 16 artículos, que la exposición a los agro-tóxicos puede inducir daños en las vías auditivas.
“Creo que no precisamos más de muchas evidencias. Yo no tengo la menor duda como nutricionista que estas alteraciones que se ven hoy no están ligadas solamente a malos hábitos alimenticios de las personas. Están, si, vinculados a residuos de agro-tóxicos que no tienen nada que ver con nuestra salud”, afirma.
Como el MST se volvió el mayor productor de arroz orgánico Mientras que el gobierno continúa permitiendo que la población consuma alimento envenenado, movimientos sociales como el Movimientos de los Sin Tierra (MST) crean alternativas, que unen una visión del mundo a la generación de renta. La producción de arroz agroecológico es un ejemplo exitoso de esto. Mas allá que la Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab), órgano del gobierno federal, no diferencie la producción orgánica de la convencional (con agro-tóxicos y otros aditivos químicos) en su estimación actual de zafra, el Instituto Riograndense del Arroz (Irga), del gobierno local, confirma que el MST es, en este momento, el mayor productor orgánico de grano de América Latina.
Para la zafra del arroz orgánico de 2016-17, el MST estima una cosecha de más de 27 mil toneladas, producidas en 22 asentamientos diferentes, involucrando 616 familias de Rio Grande. También serán producidos 22.600 sacos de semillas, que no son transgénicas. Solamente en el municipio riograndense de Nueva Santa Rita, la producción del MST hace circular R$ 7 millones por año, moviendo la economía local, dice la prefecta Margarete Simon Ferretti (PT). Los 4 mil alumnos de las 16 escuelas municipales consumen alimentos orgánicos adquiridos por la municipalidad directamente a los agricultores.
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La región de la muerte química en el sur de los trópicos - Instituto Humanitas Unisinos - IHU