11 Outubro 2019
Marta González de Baronetto y compañeros. Argentina, †1976.
El Libertador y en la parroquia San José Obrero, participa en todas las actividades que signifiquen concienciación y organización de los vecinos, para lograr mejores condiciones de vida. Vive en ese barrio popular desde niña y trabaja para costearse los estudios de maestra. Comienza su tarea docente en la "escuelita del tranvía" -porque funciona en un vagón fuera de uso-, sin recibir sueldo alguno. Concibe la educación como una tarea participativa y liberadora de los chicos, sus padres, la parroquia y el barrio. Cuando la escuela es reconocida oficialmente y sus maestros reciben sueldo, Marta se ocupa también de la agremiación de los docentes. Por otra parte, la parroquia se ocupa de la alfabetización de los adultos desde finales de los años 60.
Cuando el gobierno peronista, elegido en 1973, implementa la Campaña de Alfabetización para todo el país, dada su capacidad pedagógica y organizativa, Marta es nombrada Coordinadora de Área de la zona sur de la ciudad de Córdoba. Como integrante de las Comunidades Cristianas participa en las reuniones de formación bíblica que se desarrollan en las 120 manzanas que abarca la parroquia. En la manifestación contra la carestía de la vida, en 1972, que culmina ante el arzobispado de Córdoba, Marta y muchos habitantes del barrio experimentan, por primera vez, los efectos de la represión, cuando el ejercito y la policía, al mando del general López Aufranc, irrumpen en el lugar y se llevan detenidas a más de cien personas, incluidos sacerdotes y laicos, cuya única militancia es la cristiana. Son años de movilizaciones, de grandes expectativas, de profundos deseos de justicia y libertad después de largos años de gobiernos militares.
Las convicciones cristianas de Marta y sus motivaciones políticas le dan fuerzas para afrontar situaciones cada vez más comprometidas en favor del pueblo, defraudado una vez más al poco tiempo del triunfo del peronismo en 1973. Tal entrega no le impide ser la esposa, la compañera de un hombre igualmente comprometido y también encarcelado. Así como la madre amorosa de Mariana Sol, de ocho meses y del hijo que ya siente en sus entrañas cuando es encarcelada. En la prisión su servicio se transforma en apoyo y aliento para sus nuevos compañeros. Marta da a luz con las manos esposadas y su mayor dolor es no poder amamantar a Lucas Ariel, el hijo que le retiran no bien nacido. Dos meses después Marta es sacada de la cárcel para ser fusilada. Pese al comunicado militar que informa que muere en un enfrentamiento con civiles que interceptan su vehículo. El rostro de Marta está destrozado por las balas. Sobre su tumba se lee la frase del profeta Isaías: "Tus muertos revivirán y en el país de las sombras darán luz".
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11 de outubro de 1976 - Instituto Humanitas Unisinos - IHU